Un Dialograma de ‘no ficción’
Representación visual de un debate imaginado entre cuatro iconos contemporáneos de la cultura
Todos ganan
Por Jaime Serra
William S. Burroughs fue el primero en llegar: diez minutos antes de las 11.30 horas, a la que habíamos sido convocados. Como siempre vestido impecablemente: sombrero de ala corta, chaqueta tweed y pantalón sin pinzas; aunque calzando unas sorprendentes zapatillas deportivas Nike blancas (recientemente había protagonizado un anuncio publicitario para la marca) discretamente autografiadas por… ¡Kurt Kovain! Tras las presentaciones de rigor, preguntó donde debía sentarse y lo hizo en silencio, con los pies en paralelo y apoyando las manos sobre las rodillas.
Pocos minutos después llegó Bob Dylan acompañado de una mujer afroamericana que nadie conocía. Su aspecto era el de alguien que no ha dormido en toda la noche: sudadera, gafas de sol, pelo desaliñado –más de lo habitual-, con un fuerte aliento a alcohol.
Burroughs se incorporó sonriendo y se acercó ofreciéndole la mano a un Dylan que entregó la suya tímidamente. Se percibía al premio Nobel de Literatura realmente incómodo frente al que ha sido considerado como uno de los más importantes escritores americanos del pasado siglo. Sin embargo, Burroughs y Dylan habían coincidido en varias ocasiones anteriormente. Se conocieron durante la famosa gira ‘Rolling Thunder Revue’ de la mano del poeta e íntimo de Burroughs, Allen Ginsberg, quien admiraba al cantante desmedidamente y sin pudor. Ambos, Burroughs y Dylan, compartieron desde el primer momento una buena sintonía.
Pasados 15 minutos de las 11.30 h, Marcel Duchamp mandó un mensaje de WhatsApp al grupo ‘Ready made’, creado con todos los convocados por una desconocida Rrose Selavy. El mensaje daba a entender que se encontraba en un atasco: varias líneas de emoticonos de vehículos, con el popular ‘El grito’ de Munch, una berenjena y un donut al final.
Louise Bourgeois no llego hasta las 12,20 h. Apoyándose con la mano derecha en un ligero bastón y con la izquierda del brazo de Jerry Gorovoy, su perpetuo asistente. Saludó a todos los presentes con una sonrisa perversamente infantil, mientras se dirigía a Burroughs mirándole fijamente. En una esquina de la sala, el escritor le mostraba a un fascinado Dylan su bastón con navaja automática y su pistola Star 380. La nonagenaria artista francesa saludó educadamente a ambos y sosteniendo la mano de Burroughs entre las suyas de modo maternal, le preguntó sobre Joan (supuestamente Joan Wollmer, la que fuera esposa muerta de un balazo en la frente disparado por él mismo escritor en una noche de drogas). Desde ese momento el ambiente entre el autor de ‘El almuerzo desnudo’ y la artista francesa se volvió espeso como la mantequilla.
Marcel Duchamp llegó, finalmente, a las 13,05 h. Risueño, con medio puro apagado entre los dedos, en el umbral de la puerta se encogió de hombros separando los brazos ligeramente y ofreciéndonos las palmas de las manos; concedía, supongo que a modo de disculpa por la demora de más de una hora y media, un “recuerden que no soy infraleve”.
Presentes los cuatro jugadores convocados, cada uno tomo asiento en un lado del tablero y empezó el juego.
TEMAS DEBATIDOS
1. La muerte. Dejar de existir
2. Existir.
3. El tiempo.
4. Deidades.
5. La familia.
6. El padre. (Tema incorporado a pedido de Louise Bouregoise)
7. Religión
8. El psicoanálisis y otros métodos de autoconocimiento.
9. Drogas y automedicación radical. (El concepto ‘automedicación radical se incluye a pedido de Burroughs)
10. La violencia
11. Las prácticas artísticas.
12. La palabra.
13. La comunicación.
14. El sexo.
15. El amor.
16. El sentido del Humor
17. La política.
18. Genero, identidad y transgeneros
19. Ética.
20. Estética.
21. Razón e instinto.
22. El silencio. (Tema añadido a propuesta de Duchamp)
ANÁLISIS
Visualizaciones del jugador predominante en cada una de las principales áreas del tablero. Zona de diálogo (color) y zona de silencio (negro).