Datos que se convierten en arte


Usted comenzó en 1988 en el Periódico de Catalunya, una sección pionera en la infografía. Pero, ¿cuál es su formación, cómo fue a parar allí?

No tengo ninguna formación académica. De hecho no terminé la enseñanza primaria. Soy, lo que se dice, totalmente autodidacta. Es por este motivo que las influencias son tan importantes para mí, procuro mantenerme todo el tiempo en una actitud influenciable, permeable a todo lo que pueda aprender de mi entorno.

En cuanto a mi incorporación al departamento fundacional de ‘El Periódico de Catalunya’, suelo decir que llegué por casualidad. En aquel entonces, colaboraba como ilustrador en diversos medios editoriales, entre los que se encontraba ‘El Periódico de Catalunya’. En ese mundo analógico era necesario hacer llegar a la redacción el soporte físico sobre el que había hecho los dibujo. Fue en una de estas visitas habituales cuando el Director de Arte me pregunto si conocía algún infografista para el departamento que estaban construyendo. Yo no sabía de que me estaba hablando, pero más adelante descubrí que él tampoco, nadie sabía en aquella época que se suponía que debía hacer un infografista. La profesión, como hoy la conocemos, no existía. Me propuse para
el puesto seducido por los ordenadores Macintosh que habían adquirido para el departamento. Habían salido al mercado apenas cuatro años antes y el precio era prohibitivo para un particular. Mi intención era aprender a manejar lo que intuía fundamental en el futuro para regresar luego a mi actividad de ilustrador. Sin embargo el tempo periodístico y, muy especialmente, la posibilidad de contribuir a la definición de los parámetros de una profesión, la que devendría en infografía, resulto cautivador para mí.


Ya se ha dicho que su trabajo es un puente entre dos escuelas de infografía, una más científica/estadística, otra más artística/metafórica. ¿Cómo se llega a esa unión de forma y contenido?

La ética de la infografía es presentada de forma esencialmente estética. Es decir, aunque se trata de un canal de comunicación eminentemente visual, los códigos con los que se construyen las imágenes son intelectuales, responden a la lógica y dejan de lado la emoción. Son científicos. Entiendo que el infografista de prensa debe mantenerse fiel a la ética científica, pero esto no implica una estética determinada. Hay estéticas más mansas, supeditadas a la narrativa, y son, de hecho, las que habitualmente vemos en los medios. Pero, en principio, se puede utilizar cualquier estética para hacer una infografía si mantenemos la ética en su lugar: supeditada. Yo entiendo que es interesante indagar en la estética apropiada a cada tema. No es una cuestión baladí, pues es, en definitiva, lo primero que nuestros lectores captarán. La imagen es el primer inductor a la lectura, primero del texto del propio gráfico y del artículo que lo acompañe en segundo lugar. Este modo de pensar implica un tratamiento de la información y una narración científica con una presentación singular, a menudo más plástica que la que habitualmente se utiliza, y que, a menudo y generalmente a través de ella, traza metáforas.
Finalmente soy de la opinión de que no solo es posible, si no deseable, disponer de un estilo de autor, un estilo propio. Del mismo modo que los mejores redactores o fotoperiodistas.
Supongo que nunca me ha bastado con informar, también busco transmitir emociones. Somos seres emocionales. Es fundamental emocionar a los lectores si queremos cautivarlos, seducirlos, atraerlos a nuestra información. Creo que este argumento se da por descontado en texto y fotografía, ¿por qué no en la infografía?


¿Cuáles son los temas que más le atraen?

Siempre me han interesado, muy especialmente, los temas que están ‘ahí’, presentes en nuestras vidas y de los cuales, a menudo, no sabemos nada por qué al formar parte de nuestra normalidad no nos hemos cuestionado sobre ellos. Sin perspectiva resulta difícil ver. Antes, desde la redacción de un medio me interesaban temas populares. Por poner algunos ejemplos: qué podemos saber de nosotros según el modo en que escribimos, que ocurre en nuestro cuerpo cuando nos besamos, como se corta el jamón (en un país como España, donde se consume habitualmente, pero nadie sabe como córtalo apropiadamente) o la yerba mate (en un país, como Argentina, donde está en boca de todos –literalmente- pero pocos conocen que es exactamente).
La elección de estas temáticas populares, cotidianas incluso, unido a un tratamiento estético menos vinculado a lo científico, lo que casi equivale a decir más humano, situó al individuo, al sujeto, en el centro de mi trabajo. Pero incluso esto se me quedó corto: mi intención era convertir al sujeto en el propio tema a tratar. Por este motivo desde hace un tiempo los temas sobre los que me interesa trabajar se han reducido a los que considero inherentes al ser humano: el tiempo, las relaciones familiares o sociales, la muerte, la infancia, la sexualidad....


¿Y cómo encontrar datos sobre ellos?

En tanto que soy un sujeto común, el modo más sencillo es utilizarme a mí mismo. No es que considere que mis datos son relevantes en si. Mis propios datos no son interesantes para los demás por que yo no soy nadie. Pero es precisamente este hecho, lo que permite que mi trabajo funcione. Propongo un tema inherente a todo individuo y lo presento mediante modelos deliberadamente sencillos de infografía, modelos que probablemente el lectoespectador conoce. De este modo –y gracias a que el contenido es irrelevante- el lectoespectador se encuentra, a menudo sin darse cuenta, construyendo su propia visualización, con sus propios datos sobre el tema propuesto. Estos sí son relevantes paraéel. Así existe una infografía para cada persona dispuesta a participar del juego de la comunicación.


El primer trabajo que va a salir en ‘O Globo’ es ‘Datos en los bolsillos’. ¿Qué puede explicar sobre este proceso creativo específico?

Durante seis años almacené, clasificándolos bajo cuatro conceptos, los objetos que mi hijo mayor guardaba en sus bolsillos y que yo descubría al vaciarlos para hacer la colada. Sencillamente me fascinaba. Me fascinaba pensar por qué motivo los guardaba y por que esos y no otros objetos, pues en apariencia no tenían ningún valor especial. El motivo de este trabajo de documentación hay que buscarlo en el deseo. No existía a priori una intención de hacer nada con ello. De hecho pasaron más de diez años, desde que mi hijo -y yo con el- abandonamos el habito de recolectar, hasta que toda esa información se concreto en este este trabajo. Fue mediante el encargo de construir una visualización de datos, desde mi perspectiva, para una gran exposición que indagaba en el fenómeno de la moderna visualización de datos.


Usted también tiene un trabajo como artista, expuesto en galerías. ¿Qué fue a buscar en el arte que no era posible hacer en el periodismo?

Los trabajos que expongo en espacios de arte contemporáneo y los que publico en medios de comunicación de masas como ‘O Globo’ son los mismos. Evidentemente hay un cambio de formato. En un espacio físico puedo utilizar dimensiones, técnicas, volúmenes o narrativas más apropiadas que las que se pueden reproducir en papel o difundir en un portal web. Pero el trabajo es, en sí, el mismo.
En algún momento pensé que el tipo de trabajo que actualmente hago no tendría cabida en periodismo y me acerqué al mundo del arte, que se divulga, mayoritariamente, en museos y galerías.
Me muevo en el filo entre periodismo y arte y, por tanto, puede ser aceptado o rechazado por ambos mundos. Por fortuna el entorno periodístico reclamó mi trabajo como periodismo, un nuevo periodismo, y el mundo del arte como arte. Así que me muevo en ambos ámbitos: la exposición en espacios de arte y la divulgación en medios forman parte de una misma estrategia.
Desde mi punto de vista hago arte desde los medios de comunicación convencionales. El arte se puede desarrollar en cualquier espacio. Seguramente el caso más evidente es el de determinado grafiti que busca su divulgación instalado en la calle. ¿Por qué no utilizar los medios de comunicación tradicionales? El periodismo, como nuestras propias vidas, se ha transformado en espectáculo. ¿No sería mejor transformarlo en un modo de arte?


¿Cómo pueden las herramientas digitales y las redes sociales contribuir a la infografía? ¿Están contribuyendo?

Las herramientas digitales están contribuyendo de forma enorme. De hecho, si no fuera, como apuntaba al principio, por la aparición de la tecnología digital, estoy convencido de que la infografía no existiría como la conocemos. En los últimos años se ha producido el conocido fenómeno del ‘Big Data’. Este tampoco existiría sin la capacidad tecnológica de recoger, procesar y visualizar, mediante infografías, millones de datos. Hoy podemos visualizar mundos que desconocíamos gracias a nuevas herramientas digitales que traducen en imágenes una materia prima muy moderna: los datos masivos recogidos sin la intermediación humana. También las plataformas digitales disponen de gran potencial que desde hace años es explorado por los infografistas: la interacción, la animación… Toda esta tecnología digital ha enriquecido en gran manera la profesión del infografista.
A menudo me preguntan sobre el futuro de la infografía, algo para lo cual, obviamente, no tengo una respuesta. Es una pregunta que se me formula desde el periodismo. En este sentido correrá la misma suerte que el periodismo en sí. Pero al margen del periodismo, intuyo que la cuestión hoy no es si la infografía tiene futuro, si no si es posible ver el futuro sin la infografía.

Entrevista de presentación como colaborador habitual del diario ‘O Globo’, Rio de Janeiro, Brasil.

Viernes 27 de abril, 2017

Entrevista de Emiliano Urbim

Ver en diario ‘O Globo’ (portugués)
‘Dados viran en arte’

Edición papel del diario ‘O Globo’ del 27 de abril.

Detalle de portada

‘Coisa de menino’, adaptación de ‘Datos en los bolsillos’. Primera colaboración con ‘O Globo’.


PERIODISMO

Los códigos con los que se construyen las imágenes de las infografías son intelectuales, responden a la lógica y dejan de lado la emoción.


Soy de la opinión de que no solo es posible, si no deseable, disponer de un estilo de autor, un estilo propio. Del mismo modo que los mejores redactores o fotoperiodistas.


Es fundamental emocionar a los lectores si queremos cautivarlos, seducirlos, atraerlos a nuestra información. Este argumento se da por descontado en texto y fotografía, ¿por qué no en la infografía?


El periodismo, como nuestras propias vidas, se ha transformado en espectáculo. ¿No sería mejor transformarlo en un modo de arte?


ARTE

Desde hace tiempo los temas sobre los que me interesa trabajar se han reducido a los que considero inherentes al ser humano: el tiempo, las relaciones familiares, la muerte, la infancia…


Mis propios datos no son interesantes para los demás por que yo no soy nadie. Pero es precisamente este hecho, lo que permite que mi trabajo funcione.


La exposición en espacios de arte y la divulgación en medios de los mismos trabajos, forman parte de una misma estrategia.


La cuestión hoy no es si la infografía tiene futuro, si no si es posible ver el futuro sin la infografía.


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