Con independencia de la propia manera de pensar o de sentir

Jaime Serra

Me he dedicado al oficio periodístico durante más de veinticinco años. En lógica, comunicar hechos objetivables ha sido centro de mi interés. Veinticinco años son casi la mitad de mi vida. Soy una persona que evoluciona, diría que ahora soy otra persona muy diferente a la que llegó por casualidad al periodismo. Los hechos que ahora se me hacen relevantes y lo que es objetivable ha mudado radicalmente. Los hábitos de mi hijo, que le reflejan y construyen como persona, es un hecho mucho más valioso que la corrupción endémica de nuestro sistema político. La evolución de mi relación emocional de pareja se me hace un hecho más objetivable que la evolución de un indicador bursátil. Cuando leo los medios tengo la sensación de que no se me hablan de estas cosas realmente importantes y cuando puntualmente se hace es abordado desde la generalidad. Como escribiera William S. Burroughs, “Los medios solo hablan de generalidades. La gente dice, la gente hace, la gente piensa. No existe una entidad como ‘la gente’. Hay que aplicar las cosas a lo que hace una persona concreta, en un momento dado concreto, frente a una situación concreta.” Abordar el individuo desde el confuso –cuando no peligroso- plural se ha visto acrecentado con el moderno fenómeno que conocemos como ‘Big Data’. Se recogen, almacenan y visualizan cantidades ingentes de datos sin nuestra intermediación, directos de nuestras terminales a los data center. Esos miles de millones de datos se supone que somos todos, en consecuencia son nadie. Nadie en concreto. Los medios buscan lo objetivable. Pero lo objetivo -suponiendo que exista tal cosa- es totalmente estéril para el individuo singular, pues tal como lo define la RAE se trataría de algo “con independencia de la propia manera de pensar o de sentir”. ¿Es posible que algo sea así? Si queremos extraer algo valioso para el ser individual hay que aplicar los hechos –y los datos son los hechos más precisos que existen- a una persona concreta. Es ahí donde otra persona concreta puede verse reflejada. Resulta imposible empatizar con un porcentaje, todavía más verse reflejado en él, aunque sea de la colectividad de la que formas parte. Sin embargo, es muy sencillo empatizar con otro individuo concreto. Por analogía o por oposición. Mis datos pueden ser tú y los tuyos yo. En tanto que humanos son intercambiables. Bajo estos conceptos nace la idea de abordar a personas concretas sobre temas inherentes a todo humano: la muerte, la sexualidad, la consciencia, el amor… Aunque las personas interpeladas tengan relevancia en sus respectivos campos de acción profesional, son cuestionadas sobre temas comunes, inherentes al ser humano. De algún modo cada uno de los retratos es el mismo, es un juego que se repite para permitirnos cuestionarnos a nosotros mismos desde el perfil que el otro nos muestra. Por analogía o por oposición. No es tan importante quien sea o cuales sus respuestas, en cualquiera de los casos será un espejo. El formato de respuesta mediante un valor concreto del 0 al 10 es un acto de precisión momentánea. Una instantánea que nos traza un individuo concreto en un momento concreto. La interpelación realizada al ‘personaje’ es una interpelación al lector. El retrato no le habla a ‘los lectores’, le habla al individuo que lee el diario una mañana concreta. Toda vez funcionen los retratos como comunicación (empatía) entre personaje retratado y persona lectora. Subyace, también, en la forma de proponer respuestas a temas tan complejos, un humor crítico al modo en que nos miramos. Somos socialmente, hoy, un 1%, pero también somos el único ‘uno’ posible e importante. Los retratos que empieza a publicar ‘Ara’ son, aparentemente, una idea muy sencilla. Tan sencilla que pudiera parecer hecha antes. Pero no me consta. Realizar retratos gráficos, aparentemente abstractos, pero portadores de información que definen de forma precisa y valiosa a un individuo concreto, es coherente, pienso, con el camino que ha tomado mi trabajo en la última década. Un camino que transita entre el periodismo y las prácticas artísticas.

Texto de presentación del proyecto. Publicado en la primera entrega, junto a un autorretrato, en el diario Ara.

 

“Así es Jaime Serra”
Portada del suplemento dominical del diario Ara, que abría la serie con un autorretrato.
Barcelona, 1 de julio del 2018


 

Retratos de todos y de Nadie

Durante diez semanas, diez personas se han prestado a participar en el juego de valorar la importancia que en sus vidas tienen conceptos intangibles. El resultado son espejos donde todos podemos vernos reflejados. El promediar los valores por estas personas otorgados nos retrata a ‘Nadie’, una entidad inútil y opresiva.

Publicado en diario ‘Ara’. Domingos entre julio y septiembre del 2018.

 

 
 

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, retratos de: Sandra Barneda, Pau Donés, Nuria Picas, Victoria Cardona, Nandu Jubany, 'Nadie’ (enmarcado en negro), Aina Clotet, Jaime Serra, Josep Abril, Josep Tabernero, Llucia Ramis, Meritxel Juvé.

Acrílicos, carbón y tinta sobre papel
80 x 80 cms. cada retrato

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Se propuso valorar del cero al diez, según la importancia que tenía en ese momento en su vida, los siguientes conceptos: El dinero y los bienes materiales, la profesión, el éxito, las relaciones de pareja, la soledad, la muerte, el amor, los miedos, la enfermedad, la consciencia, la fe, las relaciones sociales, la sexualidad y la vejez. (Representado en los retratos de izquierda a derecha). Algunos entrevistados prefirieron no valorar algunos de los conceptos.

 
 

 

Pau le otorga a su vida un cero a la fe, Meritxell un seis. Victoria un diez, lo considera un concepto fundamental, y Nadie nos dice que es de seis con ochenta y tres infinito periódico mixto.

 Ciertamente, valorar numéricamente la importancia de la fe, la consciencia o la muerte, es un ejercicio de humor patafísico. Pero no necesariamente inútil. Pau, Meritxell, Victoria, y el resto de personas de este modo retratadas durante las últimas diez semanas en ARA, nos han ofrecido su sentir, único y sincero. Su verdad. La única posible. Su anormalidad, patafísicamente hablando.

 Más allá de las valoraciones singulares, el retrato siempre es el mismo: el de un individuo que reflexiona, en un momento concreto de su vida, sobre conceptos que, o bien son inherentes al propio existir –la muerte, la sexualidad, la enfermedad - o están tan profundamente arraigados en nuestra cultura que pudieran parecerlo –el amor, la fe, las relaciones de pareja-. Todos podemos vernos en ellos reflejados, pues al igual que Cremes el romano nada de lo humano no es ajeno.

 Nadie, en cambio, nos propone ‘La verdad’. Una verdad única, con el espanto que supone. Nadie es la regla que confirma la anormalidad: la norma. Ya en tiempos de Publio Terencio se aplicaba impositivamente el 1%, pero es en la contemporánea babia de los datos masivos cuando le hemos otorgado carácter de entidad. Nadie ya no es –solo- el absurdo porcentaje. Gracias a la moderna tecnología digital Nadie es los miles de millones de datos recogidos sobre todos nosotros, pero sin nosotros. Nadie somos todos. Nadie en singular.

 En los miedo y deseos de toda persona podemos vernos reflejados, pero debemos evitar mirarnos en Nadie: un espejo cóncavo convexo que nos devolverá la deformidad de la norma. ‘La gente’ teme la libertad de no parecerse al vecino y así Nadie aplica su poder opresor.

Jaime Serra
2018


 

‘Retrato’ y entrevista al músico Pau Donés en el diario Ara


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