Estación La Cala. Entrevista a Jaime Serra Palou
Comunicar es un acto de fe
¿Cuánto puede durar una entrevista? La pregunta es inútil si no va acompañada de la enumeración de elementos que intervienen en la entrevista: interlocutores, tema, canal, etc. y de la descripción de un contexto que la ampare.
Pregunta diferente es ¿cuánto debe durar una entrevista? Si la respuesta a la pregunta anterior parece caer del lado de lo técnico, esta segunda pregunta apunta a un criterio casi de tipo deontológico y, por lo tanto, está impregnada de criterios morales: «está bien que sea larga», «está mal que sea breve».
Conviene tener presentes estas dos preguntas, pero su presencia no nos obliga a elegir entre una y otra, ni siquiera nos obliga a responderlas.
Hay una tercera pregunta: ¿cuánto queremos que dure una entrevista? Ahora sí la respuesta es diáfana, querer es fruto del deseo y el deseo no conoce reglas ajenas al propio deseo.
Vienen todas estas divagaciones a cuento de la extensión de la entrevista a Jaime Serra Palou, que presentamos en Estación La CALA y que sobrepasa por primera vez en la historia de nuestro podcast, las dos horas.
Ahora mismo, en la red hay una entrevista de Jesús Quintero a Antonio Gala que dura diez horas y media. Y otra a Alberto García-Alix de más de once horas. La de Jaime Serra podría haber durado lo mismo, diez horas, veinte, treinta, porque ¿cuánto tiempo lleva contar una vida? Una imaginación fértil calcularía que podría costar más tiempo que el propio vivido.
Jaime Serra, artista, ha contado su vida, lo que se viene considerando como género autobiográfico; pero la ha contado de una manera excepcional, sin apelar a los hechos, género que todavía no tiene nombre, y que bien podría adoptar el que la ha otorgado Serra en un ejercicio de precisión descriptiva: Autobiografía sin hechos.
En esta autobiografía sin hechos Serra discurre por temas propios de la condición humana: (amor, familia, arte, sexo…), quizás alguien pueda echar en falta alguno, quizás otro alguien hubiera preferido una lista menor.
Sobre los temas, o debajo, o entre, o hacia los temas (nunca contra los temas) Serra dice en alta voz baja lo que piensa, sabe, siente y, como en todo ejercicio de memoria, es posible que también diga lo que pensó, supo, sintió en algún momento de su vida y ya no. O todavía no, y aproveche esta entrevista para decir lo que le gustaría pensar, saber, sentir. Le escuchamos.
¿Quién no tiene una autobiografía sin hechos? Todos aquellos que no se han detenido a fabricarla, y que seguro son mayoría. La gente no acostumbra a ir construyendo autobiografías, sobra con la vida.
¿Cómo se llega a tener una autobiografía sin hechos? Es más sencillo de lo que parece, este podcast es un buen método, no exclusivo: basta con ir respondiendo a cada una de las preguntas antes, mientras o después de que lo haga Serra. Advertimos, por si alguien se lleva mal con los espejos, que es más fácil (casi irremediable) responderse interiormente que negarse a hacerlo.
El resultado es que no solo le escucharás a él, cumple así esta entrevista con uno de los principios que fundamentan la obra artística de Jaime Serra: permitir que la voz propia de cada espectador, la tuya, se superponga a la voz ajena del artista hasta casi silenciarla. Este podcast te tiene como tema principal a ti, y vas a escucharte. Nadie más va a hacerlo, en Estación La CALA preservamos tu intimidad.
Grassa Toro
Marzo del 2024
1ª PARTE
2ª PARTE
Jaime Serra ha contado su vida, lo que se viene considerando como género autobiográfico; pero la ha contado de una manera excepcional, sin apelar a los hechos, género que todavía no tiene nombre, y que bien podría adoptar el que la ha otorgado Serra en un ejercicio de precisión descriptiva: Autobiografía sin hechos.
¿Cómo se llega a tener una autobiografía sin hechos? Es más sencillo de lo que parece: basta con ir respondiendo a cada una de las preguntas antes, mientras o después de que lo haga Serra.
Cumple así esta entrevista con uno de los principios que fundamentan la obra artística de Jaime Serra: permitir que la voz propia de cada espectador, la tuya, se superponga a la voz ajena del artista hasta casi silenciarla.